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Norma 14096:96 y Educación Ambiental: conciencia, valores y actitudes

 Schinitman, Norberto  I. *
Córdoba, Argentina

Presentación

Este trabajo intenta estudiar y efectuar aportes sobre  algunos aspectos  relacionados con la Educación y Formación Ambiental en el ámbito de las organizaciones y empresas.

Marco conceptual de referencia

En un sentido amplio, tomando como  base  lúcidas utopías concebidas hace siglos, podemos partir del criterio extensamente aceptado de que la Educación consiste primordialmente en una relevante trans­misión del valiosísimo patrimonio cultural de la sociedad. En la práctica, esto implica determinados saberes y valores concom­tantes.
En la Educación Ambiental (EA) y, por cierto, también en la que puede darse en las empresas, ocurre que,

“… querámoslo ver o no, las actitudes, intereses… [y] valores… desempeñan un importantísimo papel de cara al aprendizaje y al desarrollo personal.”

                                                                                      (Rosales López, 1984,  p. 123)

 Ciertamente, los intereses, valores y actitudes son componentes que tienen un alto valor forma­tivo, por cuanto contribuyen sustancialmente a los aprendizajes que pueden ser alcanzados por el individuo y también a algo tan significativo como su desarrollo personal.  Asimismo, influyen poderosa­mente sobre la actuación de las personas en las diversas situaciones de la vida laboral y co­tidiana.
Tradicionalmente, en educación, se considera que el  “terreno o ámbito de la afectividad” abarca primordialmente lo relacionado con

“… las modificaciones de los intereses, de las actitudes y de los valores,… los progresos en el juicio y la capacidad de adaptación…”

                                                                                      (De Landsheere, 1981, p. 139)

  

Si consideramos el desempeño del personal de las organizaciones, adquieren particular interés algunos aspectos de la afectividad tales como las actitudes concernientes a la colaboración y al trabajo en equipo, las actitudes vinculadas con la actividad laboral en distin­tas ramas del saber, los intereses por determinadas actividades y la forma­ción de un esquema propio y personal de valores.
En cuanto a la posi­bilidad de la adquisición de actitudes y valores, lo que resulta  de importancia cardinal para la Educación Ambiental,  conviene tener permanente­mente en cuenta que

“… a lo largo del ciclo vital el individuo ocupa distintos roles, interacciona con per­sonas… diferentes”  y  ”… estos factores… presionan a los sujetos para que modifiquen sus actitudes y valo­res y… ajusten sus conductas a las nuevas situaciones…  ”

                                                                                             (Sarabia, 1995,  p. 171)

Conciencia en las Normas ISO Serie 14.000:96
Un aspecto de interés para Auditores y Consultores Ambientales es la conciencia,  (que supone como objetivo, en términos prácticos, que una persona tome conciencia ó sea consciente).  Se trata, desde el enfoque educativo, de una conducta del terreno de la afectividad, que implica que,  en circunstancias apropiadas, el individuo debe ser consciente,  es decir que debe

“… darse cuenta de una situación,  un fenómeno o un estado de cosas.”

                                                                                      (De Landsheere, 1981, p. 149)

En el caso de  la Norma ISO 14.004:96, ésta  hace referencia (véase la Sección 4.3.2.4.), con un alto grado de generalización, sin ahondar en precisiones educativas,  a la “concientización” o sea, a “promover la conciencia” de “los empleados” de las empresas, lo que  podría lo­grarse mediante la

“explicación de los valores ambientales de la organización” y la “comunicación de su com­promiso con la política ambiental”

                                                                                           (Norma ISO 14.004, 1996)

Como ejemplos aplicables al personal de las organizaciones, dicha Norma (véase la Sección  4.3.2.5.), al mencionar diver­sos “tipos de capacitación del personal”,  presenta algunos que se refieren a “promover la conciencia”, con lo que podría lograrse la finalidad de “obtener el compromiso y/o el acuerdo” con determinados aspectos ambientales, como se muestra en la siguiente sinopsis. 

Promoción de la “conciencia”.   (Según la Norma ISO 14.004, 1996)

Acción [de capacitación del personal]

Podría ser lograda por medio de la

Finalidad que se alcanzaría

Promover la conciencia acerca de …

[algun(os) aspecto(s) ambiental(es)]

-Explicación de los valores am­bientales de la organiza­ción

-Comunicación de su compro­miso con la política ambiental

-Obtener el compromiso con …

-Obtener el acuerdo con …

[algun(os) aspecto(s) am­bien­tal(es)]

Asimismo, esa Norma revaloriza el compromiso, puesto que afirma que, en el contexto de los valores ambientales consensuados, es el compromiso de cada miembro del personal lo que hace efectivo el Sistema de Gestión Ambiental.
Para mayor claridad, recordemos que, desde una visión educativa, el compromiso es entendido como una

“Convicción, certeza… [o]  lealtad hacia un punto de vista o… una causa”.

                                                                                      (De Landsheere, 1981, p. 150)

Los valores y actitudes en la  Educación Ambiental
Acerca de esta temática y,  como consolidación, tengamos en cuenta que los valores que se trasmiten por medio de  la Educación Ambiental, pueden ser en­tendidos como

“… principios éticos con los cuales las personas sienten un fuerte compromiso emocional…”

                                                                                             (Sarabia, 1995,  p. 140)

Por otra parte, veamos que en el ámbito de  la EA, una actitud que puede ser enseñada,  según el mismo autor (1995, p. 135), es considerada como

“… un predisposición relativamente estable de la conducta en relación con un objeto o sector de la realidad.”

También se entiende a las actitudes como

“… reacciones… de los individuos, favorables o desfavorables, hacia… las ideas, las cosas…”

                                                                                          (Lafourcade, 1974,  p. 91)

Además es importante  diferenciar entre actitudes y valores.  Estos últimos,

“… son… más centrales y  estables que las actitudes.”

                                                                                            (Sarabia, 1995,  p. 135)

Aunque hoy en día la bibliografía hace referencia a la posibilidad de enseñanza y aprendi­zaje de actitudes, puede resultar interesante reflexionar y contrastar esa posibilidad con una no muy re­ciente, pero interesante observación:

“… las actitudes no serían enseñables, sino adquiribles por lenta impregnación, por capta­ciones no controladas…”

                                                                                   (De Landsheere, 1981,  p. 163)

  

Ahora bien, con respecto a la conciencia  y a  los valores y ac­titudes que la EA puede transmitir, debemos pretender que, al igual que en todo proceso educativo, los resultados provo­quen cam­bios favorables y prove­chosos en las personas, puesto que,

“Sería una contradicción… decir que un hombre ha sido educado, pero que no ha cambiado para mejorar… “

                                                                                                 (Peters, 1966, p. 25)

 En concordancia con lo tratado precedentemente, conviene destacar que la educación, a la par de  la relevante trans­misión de  sabiduría y valores, debe fomentar también la transferencia de estímulos para que todos renovemos y acrecentemos nuestros conoci­mientos y perfeccionemos nuestros valores.

 Como conclusión sobre la EA en las empresas, ponemos de relieve su indiscutible importancia y significación, que se acrecientan día a día. Convenientemente im­plementada, consti­tuye  un poderoso instrumento para lograr en el personal una toma de conciencia y otras actitudes y valores que favorezcan el desarrollo sostenible, la protección del ambiente y el apro­vechamiento racional de sus re­cursos, como líneas de acción indispensables para la detención y remediación del alarmante deterioro ambiental que estamos experimentando.

* Bioquímico, Master en Educación Ambiental.  E-mail:  [email protected]

Bibliografía

  • Clements, R. B. (2000). Guía Completa de las Normas ISO 14000.  Barcelona: Gestión.

  • De Landsheere, V. y De Landsheere G. (1981). Objetivos de la educación.  Barcelona: Oikos-tau.

  • IRAM. (1997). Normas IRAM-ISO Serie 14000.

  • Lafourcade, P. (1974). Planeamiento, conducción y evaluación en la enseñanza superior. Buenos Aires: Kapelusz.

  • Peters, R. S. (1966). Ethics and Education. Londres: G. Allen

  • Rosales  López, C. (1984). Criterios para una evaluación formativa.  Madrid: Narcea.

  • Sarabia, B. (1994). El aprendizaje y la enseñanza de las actitudes. En: Coll, C. y otros. Los contenidos en la Reforma. Enseñanza y aprendizaje de conceptos, procedimientos y actitudes. Madrid: Santillana.

  • Schinitman, N. I. y Schinitman, M. E. (1990). Enseñanza de las ciencias, educación ambiental y material de bajo costo.  Enfoques, Córdoba, 1, 1.