Proteger el suelo es un deber común
La reciente jornada del Día de la Conservación del Suelo sirvió para que desde distintos sectores involucrados en la producción rural se puntualizara la necesidad de proteger un recurso natural insustituible. Su deterioro ha sido evidente en todo el mundo –también con alarmante incidencia en la Argentina–, como resultado de acciones depredadoras de las cuales se responsabiliza al ser humano, cuyos procederes, en diversas oportunidades, muestran un elevado nivel de falta de solidaridad.
Aquella conmemoración –fijada para el 7 de julio– fue instituida en nuestro país en diciembre de 1963, por disposición del gobierno nacional encabezado por el doctor Arturo Umberto Illia, como homenaje al doctor Hugh Bennett, reconocido mundialmente por su labor en la lucha contra la erosión. En su país de origen, Estados Unidos, fue precursor de diversas prácticas conservacionistas que contribuyeron a modificar criterios en torno de la explotación del suelo.
Sin duda , el problema no es de incumbencia de determinados ámbitos, sino que compete a la comunidad en su conjunto, pues el suelo es el generador de los alimentos que consume el individuo. De ahí que sean frecuentes las apelaciones orientadas a que todo el mundo comprenda la necesidad de actuar –por pequeño que pueda ser su aporte– con propósitos bien definidos de protección de éste y de otros recursos naturales.
Un reciente informe proveniente del Instituto de Suelos del INTA Castelar puntualiza que el 20 por ciento del territorio argentino –unos 60 millones de hectáreas– presenta algún grado de erosión. Y del fenómeno no escapan zonas fundamentales para la producción de alimentos, incluidas de las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe y Córdoba; sin dejar de lado a la Patagonia, donde el proceso de desertificación ha alcanzado proporciones alarmantes.
Algunos especialistas advierten que el espectacular incremento de la producción agrícola –en pocos años se pasó de 40 a 70 millones de toneladas– no ha sido acompañado por una correcta conservación del suelo. Por el contrario, se han cometido desatinos en aras de un mero objetivo de resultados económicos.
Los suelos argentinos "son considerados de Fórmula 1, entre los mejores del mundo", ha señalado el ingeniero Roberto Casas, titular de aquella dependencia del INTA. Claro que ello no justifica de ningún modo los atropellos perpetrados al impulso de un desmedido afán extractivo, sin reparar en los conceptos de sustentabilidad que se vienen pregonando desde los organismos encargados de asegurar una producción ordenada. En tal sentido, cabe subrayar como hecho favorable la aceptación que el sistema de siembra directa viene teniendo entre los agricultores, con lo cual podría revertirse paulatinamente la acción depredadora que se pretende frenar.
La preservación del suelo debe constituir una prioridad insoslayable para autoridades, productores y la comunidad entera, sobre todo teniendo en cuenta que la Argentina sigue basando gran parte de su potencial económico en la producción agropecuaria. Es posible seguir aportando alimentos y, al mismo tiempo, conservar la tierra. Sólo corresponde ratificarlo en los hechos.
FRASE. La conservación del suelo debe constituir una prioridad insoslayable para autoridades, productores y la comunidad toda en la Argentina, pues dicho recurso provee de alimentos con una extraordinaria generosidad.
La Nueva Provincia-Bahía Blanca
Sábado 12 de Julio de 2003